Ganadería Miura la legendaria

Ganadería Miura la legendaria
Desde su fundación hasta el año 1854
Se lidiaron toros a nombre de D. Juan Miura, corriéndose la primera corrida de toros en Madrid en el año 1849. Desde 1855 hasta 1868, fueron lidiados a nombre de Dª. Josefa Fernánadez, viuda de D. Juan Miura.
Al ocurrir el fallecimiento de dicha señora, pasa la ganadería al Exmo. Sr. D. Antonio Miura Fernández, lidiándose a su nombre desde 1869 hasta 1893. en esta fecha toma posesión de ella el Exmo. Sr. D. Eduardo Miura Fernández, hermano del anterior, lidiándose los toros a su nombre hasta el año 1917, adquiriendo entonces la ganadería su mayor auge y prestigio.

En 1918, la heredan sus hijos los Exmos. Sres. D. Antonio y D. José Miura Hontoria, lidiándose el ganado hasta 1940 a nombre de Hijos del Exmo. Sr. D. Eduardo Miura Fernández.
D. Antonio Miura Hontoria, cede a su hijo D. Eduardo Miura Fernández la ganadería, lidiándose a nombre de D. Eduardo desde el año 1941.
Actualmente desde 1996 son sus hijos D. Eduardo y D. Antonio quienes poseen la ganadería y lidian con el nombre mundialmente conocido como MIURA.
Miura es una ganadería de toros de lidia
Cuyas reses pastan en la finca Zahariche, en la localidad de Lora del Río (Sevilla) España y que pertenece a la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Su origen se remonta a finales del siglo XIX y obtuvo su antigüedad, tras lidiar una corrida completa en la Plaza de Toros de Madrid, el 30 de abril de 1849.1
Los toros de Miura
Ganadería Miura la legendaria están marcados en la oreja con una señal despuntada con golpe en la derecha y hendido muesca en la izquierda.
Además, como característica y tradición, la divisa de este hierro es verde y grana en todas las plazas salvo en la plaza de Madrid donde, por recuerdo a los toreros muertos en la arena a manos de estos toros, lucen divisa con las cintas en color verde y negro.

Este hierro, uno de los más míticos y legendarios del campo bravo español, cuenta con un importante tesoro genético ya que el origen de sus toros pertenece a un encaste único, como es el de «miura»; cuyas características singulares han sido forjadas durante generaciones dentro de la familia propietaria.
Aunque con esta excepcionalidad, el origen de la ganadería se remonta a los toros de José Rafael Cabrera aunque dulcificando parte del carácter de aquellas reses del siglo XVIII.
El precio que Miura o Victorino Martín cobran sus corridas en las Ferias
Analizamos el valor que puede alcanzar un toro bravo tanto en una plaza de primera como en un festejo popular.
El campo bravo se encuentra en un estado de emergencia por el alto precio de las materias primas para dar de comer a sus animales. La alarmante subida del precio del pienso, la luz, el gasoil, así como una inflación disparada por culpa de la guerra en Ucrania, están haciendo que rematar a un toro bravo se haya convertido en una mera quimera si el precio de los animales sigue estancado o en muchos casos bajando.
Los ganaderos, pese a la normalidad vivida esta temporada —respecto al número de festejos lidiados en las plazas de toros— lanzan un SOS, levantan la voz contra una situación que en muchos casos se ha vuelto insostenible.
Y este problema no es un caso aislado de un ganadero u otro, sino que es la tendencia que se vive en el campo bravo. Pongamos cifras sobre la mesa —y no queramos buscar las culpas en el vecino—. Si un toro antes de la pandemia podría rondar los 5.000 euros, ahora poner a un animal rematado no baja de los 6500 €/7000 €, dando igual la plaza donde lidies ese astado, ya que en el campo no se hacen distinciones a la hora de dar de comer a los animales.
Por lo que, si nos ceñimos exclusivamente a seis toros para una plaza como Madrid, el coste de la corrida no debería bajar de los 50.000 €/55.000 € para que el ganadero tuviera cierto margen de beneficio sobre la corrida.
Victorino Martín o Miura, dos ganaderías con un importante caché

Pero también hay que tener en cuenta varios factores como son la demanda y la oferta, así como el cartel o la fecha en la que se anuncie dicha ganadería. En este caso, Victorino Martín y Miura son dos ganaderías que tienen un importante caché y que suelen ir dentro del abono de San Isidro, de ahí que su precio sea más alto del que normalmente se paga a otros ganaderos de la parte media del escalafón.
Si nos ceñimos al toro para las calles, ahí el precio varía en función de la categoría de la ganadería y del toro que se quiera adquirir. De todos es conocido que los toros donde mejor se pagan son en las calles, rondando su precio desde los 5000 € hasta los 9000 €, habiendo alguna ocasión en la que se ha llegado a pagar una cantidad mayor, algo que es poco usual. Esta circunstancia se dio en el caso de ‘Nubarrón’, un toro de Partido de Resina por el que se llegó a pagar una cifra altísima -unos 23.000 euros-.
Ya en 2013 el empresario francés Simón Casas declaró a los compañeros de MidiLibre el precio de la corrida de Miura para ese año en una plaza de primera, comparándolo con el que había tenido para dicha empresa la corrida de Garcigrande. 84.000 se pagó por la corrida de Zahariche, mientras que los toros venidos de tierras salmantinas rozaron los 54.000 euros. Diez años después, y con la alta inflación y los cambios de posiciones de ambas ganaderías en el mercado, el precio de cada una ha cambiado sustancialmente.
Por todo ello estamos viendo como este año en algunas plazas sale un toro menos rematado que el de hace unos años y eso se debe a dos cuestiones muy claras. Primero, hay menos toros en el campo y, por tanto, faltan animales acordes a la categoría de la misma, de ahí que se baje el trapío del animal o éste venga menos rematado que como lo hacía en temporadas anteriores, donde había mayor cantidad de toros en el campo, lo que hacía que se devaluara su precio.
Como segunda hipótesis está el precio que se paga hoy en día por un animal, en este caso se ha estancado pese a la subida de los costes de manutención del animal. Ahora los ganaderos exigen una subida del precio de toro en consonancia con el de las materias primas, de no darse esa subida el ganadero ve inviable rematar un toro para determinadas plazas.
No hay bolsillo que lo soporte, de ahí que en determinadas plazas el toro esté menos rematado o se lidie un punto por debajo, dejando el ganadero los toros más serios para aquellos empresarios que sí paguen el precio que valen.